Verdear | Adrián Cangi

Título | Verdear

El poeta Roberto Echavarren escribe que “la imagen es otra cosa que un simple corte practicado en el mundo de los aspectos visibles. Es una huella, un rastro, una traza visual del tiempo que quiso tocar”. El supuesto “sujeto” que escribe aquí no sabe quien es, solo enfrenta sorpresas y soliloquios que destituyen el “yo” unívoco. Las anécdotas de vida se escabullen y bordean el misterio. La angustia y la risa son las cenizas densas que caen lentamente de ese volcán. Nada confesional me convoca. Como cualquiera fui impactado por unos hechos y algunas prácticas. Restan improntas, a veces esquirlas y otras manchas. Se dirá que me impulsan algunos fraseos interrumpidos, voces coloquiales y mordiscos de algunas lecturas. Insisten euforias trágicas y algunos berretines vanos. Hacen la bitácora de la escritura, una mezcla de tristeza y deseo, sin melancolía. Una deseada pérdida de las anécdotas de vida, culminan en senderos de atmósferas oblicuas y jamás transparentes. Me dejo llevar por las facetas de algunas corazonadas, propias de oleadas de la manifestación verbal. Funcionan cual un cristal a fuerza de ritmos y figuras de florestas perdidas y hablas de los muertos inexpugnables. Sigo la senda de gestos en una danza del intelecto entre palabras, aunque no dejo de escuchar el secreto fondo de algunas cualidades sonoras y me impregnan las imágenes imborrables de brisas lejanas. Aquel testigo que fui ha borrado lo vivido, ha destrozado sin piedad la memoria. No se trata de rescatar memorias contra el olvido. Pascal Quignard escribe, “El último reino no es el primero. La vida es triste. La sociedad es atroz. El amor es el Tú insustituible de las vidas anteriores. La inagotable separación del primer mundo se pierde inagotablemente en la fuente inagotable de lágrimas”. Dijo el poeta en riesgo: “no se es artista sin que intervenga una gran desgracia”. Se dirá que me hurto de testimonios a fuerza de fabularlos. Solo resta una fuerza material para improvisar el desasosiego en el vacío.


| FICHA TÉCNICA |

“Verdear”, En: Lomo de Dragón. Buenos Aires-Montevideo: La Flauta Mágica, 2024 (en prensa).

“Veinticinco cúmulos de ceniza 

desparramados aquí y allá 

en un terreno baldío.”

Herman Melville

“Llegaron los días invernales,

amarillos y colmados 

de aburrimiento.”

Bruno Schulz

“Sale el sol de noche;

está en el cenit,

con poca luz y rayos cortos,

retorcidos.”

Marosa di Giorgio

“Tus ojos estaban siempre al acecho, 

aunque el mundo aguardara distante.”

Pascal Quignard

I.

me esfuerzo por no morir en silencio

“llegaron los días invernales, 

amarillos y colmados 

de aburrimiento”

 

algo que no había en mi oquedad 

aquel momento duradero verde claro 

“tus ojos estaban siempre al acecho,

aunque el mundo aguardara distante”

 

vago recuerdo intangible 

hacen que mi corazón se dilate

cuerpo desnudo tendido

de un reino antiguo ya perdido

 

II.

crecí entre ramillitos

la casa no era un bosque

solo hojas celosas

de un limonero amarillo

 

había rumores de pájaros

las hojas caían casi naranjas

entre minúsculas mariposas

en el umbral aullaban las perras

 

fiebre de un fulgor de cielo negro 

tres rosales se recortan en la lumbre

y un grito horrible cortó el aire

desde la habitación de mi abuela 

 

ningún lobo entra en escena

el fondo de la materia era roja

solo el cascarón oprime el mundo

casi enano con su azul del este

 

blanco y patético chubasco toma mi reino

cayó en la noche hirviendo de estrellas

fija y pobre cayó, real de puro rojo rosado

en un hastío de marañas de más hastío

 

III. 

perduraba un perfume a limón verde 

todo en nosotros lo sabía

nuestro sexo lo sabía

mi corazón lo recuerda

 

aquí todo parece solitario y vacío 

vibrando una risa cristalina de nadie 

y no sabía que pasaba,

o no pasaba nada al fin

 

solo picos invertidos del color de volcanes

ocres que andaban sin rumbo 

entre aire y oxígeno el sueño entró de golpe

búho y diablo de color heterófago

 

lo que vemos son varas azules 

están penetrando ese negro erizado de malezas 

solo zurcir desenreda disuelto en polvo

dice la abuela “el pulgar alumbra el rojo”

 

nubes oscuras y movedizas de dorado pálido

olor pegajoso soso y frutal

de colcha de flores anaranjadas

fulgor intempestivo de machacón plomizo

 

IV.

como en un bosque solitario

hurgado, deshonrado, ajusticiado, 

cada arrumaco es prometedor 

y merece sábanas propias

 

en un sueño de sombras

con voluntad de muerte

siempre alerta

irrumpe lo inhumano

 

cerré la puerta

con furia

volví al sitio

ya solitario

 

delante de mí

sentado el diablo

rosado y quieto

en el verdear

 

extraña misión

liberarnos de nosotros mismos

humilde y extraña misión

desanudar el lazo

 

V.

me esfuerzo por no morir en silencio

contando “cúmulos de ceniza

desparramados aquí y allá,

en un terreno baldío”

 

vago recuerdo intangible 

hacen que mi corazón se dilate

cuerpo desnudo tendido

de un reino antiguo ya perdido

 

“sale el sol de noche;

está en el cenit,

con poca luz y rayos cortos,

retorcidos.”


CANGI, Adrián. Verdear. ClimaCom – Desvios do “ambiental”. [online], Campinas, ano 11, n. 27 dez. 2024. Available from: https://climacom.mudancasclimaticas.net.br/verdear/

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